Alejandro Cerda Sanhueza, Director del Departamento de Teología
Universidad Católica del Norte Sede Coquimbo
El Papa Francisco, ha invitado a la Iglesia Católica a dedicar un año a la Oración, entendida esta no sólo como un acto de piedad o de repetición de jaculatorias, sino una forma de conexión con lo trascendente, con aquello que no es uno mismo y que es real, nos sustentá y proyecta. Por lo tanto, la oración, también como una forma de reflexión, y de palabras repetitivas, es un sano ejercicio para toda persona que busca paz interior y más lucidez exterior.
La oración es a su vez otro de los rituales ancestrales de la humanidad, y de las diversas religiones y culturas, por lo que tiene ese componente antropológico que lo saca de la mera práctica de piedad de algunos. Por lo que reivindicar su valor, es algo bueno y necesario, para reconocer a los antecesores, ayudar en el presente a los que día a día viven cansados y agobiados, y en especial para educar a las nuevas generaciones.
La práctica de la oración exige un entrenamiento, desarrollar la capacidad de hacer silencio interior, y aprender a escuchar el entorno y a sí mismo, las necesidades que se tienen, pero en especial a escuchar con el corazón para agradecer, no es por nada que la gratitud es la memoria del corazón. El silencio y la escucha a su vez conectan con el misterio de uno mismo, y de Aquel que todo lo puede. Por último, una sana oración es una práctica revolucionaria, que debe permitir nutrir una fuerza transformadora de una realidad muchas veces alienante.
En un contexto tan congestionado a consecuencia de las nuevas tecnologías, de tanta infodemia, que no nos permite detenernos, desconectarnos y escuchar, se hace difícil valorar y practicar la oración. Magistralmente el filósofo, Byung Chul Han, en uno de sus últimos libros, Vida Contemplativa, Un Elogio a la Inactividad, afirmará que en el presente; “El corazón humano no puede brindar hoy ningún refugio… si el corazón es el órgano del recuerdo y la memoria, en la era digital estamos absolutamente desprovisto de corazón. Almacenamos cantidades impresionante de datos e informaciones, pero sin recordar”. Quizás esta invitación que hace el Papa Francisco, a la oración el silencio y la escucha con el corazón, pueda ser también una buena opción no sólo para católicos, sino para los que buscan otras formas de conexión con la realidad, que permitan reconectar con otro espíritu y fuerzas. Que así sea.
No hay comentarios