Doctora Pabla Rivera Iribarren, Académica Escuela de Educación Universidad Católica del Norte, Coquimbo.
La educación en su esencia no solo supera la transmisión de conocimientos, sino que implica un proceso de desarrollo y transformación, en que cada instancia de interacción se puede tornar en una construcción de conocimientos y potenciación de habilidades en nuestros y nuestras estudiantes. En este contexto, resulta fundamental considerar la experiencia de aprendizaje mediado (EAM), como clave y fundamental, para permitir a las y los estudiantes, adquirir nueva información, pero, sobre todo, cuestionarla, interpretarla, transformarla y contextualizarla a diversos escenarios y contextos.
En las EAM, el/la docente, más allá de compartir conocimientos, orienta, guía, en cómo estos conocimientos se adquieren y ayuda a los estudiantes a potenciar el pensamiento autónomo y crítico y en este contexto, entrega herramientas para la comprensión y las formas de enfrentar el mundo actual y futuro, complejo y desafiante.
Otros de los beneficios de las experiencias de aprendizaje mediado, refieren al reconocimiento de la individualidad y necesidades de cada estudiante, sin perder el sentido de lo colectivo y social, es decir, como educadores/as mediadores/as, diversificamos y ajustamos las estrategias, considerando los criterios de relevancia y pertinencia, de modo tal de responder a las potencialidades, intereses personales y colectivos, fomentando el sentimiento de pertenencia, como factores relevantes para la motivación por el aprendizaje.
En la experiencia de aprendizaje mediado, se espera que el/la estudiante, vaya más allá de esperar las respuestas a sus preguntas, sino que él y ella, encuentren sus propias respuestas y genere más preguntas. Así, en dicha interacción, se fortalecen las habilidades de razonamiento lógico, hipotético, analógico, búsqueda de evidencias lógicas, la autorregulación, la planificación, la anticipación y el monitoreo de sus propios progresos. Es decir, favorece la metacognición, entre otras operaciones y características que distinguen un pensamiento para la toma de decisiones argumentadas y responsables. Todas estas habilidades favorecen el desarrollo cognitivo, mayor resiliencia y por tanto mayor bienestar socioemocional.
Como profesionales de la educación tenemos un gran desafío para fortalecer nuestra preparación continua en experiencias de aprendizaje mediado, entendiendo que no es una adquisición automática y espontánea, sino requiere cultivarse, requiere preparación y profundización permanente, mucha sensibilidad y compromiso social.
Nuestro compromiso con la educación como mediadores/as, nos desafía e invita a aportar en la formación de seres humanos capaces de pensar por sí mismos, sensibles con su entorno, que no se conformen con adaptarse al medio, sino que cuestionen y aporten a su transformación para avanzar a una sociedad más sensible, más consciente, más crítica y humana.
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