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Desafíos en pandemia: manejar la ansiedad y el estrés frente al desconfinamiento

Fecha: 9 septiembre, 2021

Desafíos en pandemia: manejar la ansiedad y el estrés frente al desconfinamiento

Comenta Rodrigo Maturana, psicólogo del Centro de Salud Estudiantil de la Universidad Católica del Norte en Coquimbo

Tras largos periodos de cuarentenas y restricciones que fomentaron el aislamiento social producto de la contingencia sanitaria, el país está volviendo poco a poco a la normalidad, y la mayoría de personas se están reincorporando a sus actividades laborales y personales de manera presencial.

Esto podría ocasionar efectos psicológicos en la población, que por largo tiempo perdió la autonomía de movilizarse, reunirse o incuso hacer las compras con tranquilidad.

En ese contexto, el psicólogo del Centro de Salud Estudiantil de la Universidad Católica del Norte, Sede Coquimbo, Rodrigo Maturana, aborda en detalle esta situación y entrega recomendaciones para minimizar los síntomas de ansiedad y de estrés en el proceso.

¿El desconfinamiento podría desatar cuadros de ansiedad en algunas personas, tomando en cuenta que el virus sigue circulando y por el temor a contagiarse?

“Sí, pero no por sí sólo. El desconfinamiento es una de las variables que podría desatar síntomas emocionales como ansiedad, estrés o síntomas negativos como la pérdida de apetito, sueño o ánimo, no obstante, todas las personas procesan y afrontan el estrés de manera diferente.

Algo tan normal como salir a hacer las compras se ha vuelto un espacio de riesgo, lo que puede traer consecuencias para la propia salud o la de sus cercanos, es por ello que cualquier actividad relacionada con estar fuera del hogar puede estar asociándose a un peligro y nuestro cerebro percibe este estímulo como peligroso, provocando sensaciones y síntomas ansiosos que nos alejen de ese estímulo como intranquilidad, taquicardia, sudoración, mareos o nerviosismo.

Es nuestro cerebro diciéndonos: ¡no salgas, podemos morir! La recomendación es hacernos conscientes de estas sensaciones, aceptarlas y enseñarle a nuestro cerebro nuevamente que, si continuamos con las medidas de seguridad y salud indicadas, estaremos bien”.

¿Quiénes podrían ser los más afectados por la ansiedad?

“Algunos estudios han mostrado que la pandemia ha afectado más a mujeres que hombres, esto se explica porque aún se conserva la narrativa de que es la mujer quien debe hacerse cargo en muchos casos de labores del hogar y cuidado de otros.

Según ONU Mujeres, antes que comenzara la crisis por covid-19, ellas hacían casi tres veces más trabajo doméstico y de cuidados no remunerados que los hombres, y muchas se han visto obligadas a dejar sus trabajos para estar al cuidado de los hijos.

Los niños y niñas también han visto afectado su desarrollo. Una disminución en sus interacciones sociales, pocos espacios de juego, una sobre exposición a lo virtual, pueden estar provocando malestar emocional que debe ser visibilizado a tiempo. Son los padres quienes regulan el estrés en ellos, y si estos mecanismos de regulación están empobrecidos, los niños y niñas también comenzarán a experimentar dichos cambios de humor. Es importante darles el espacio para que puedan validar y expresar sus emociones, nunca debemos invisibilizar la infancia.

La población de adultos mayores también puede estar viendo deteriorada su salud mental, si antes de la pandemia ya tenían pocos recursos de autonomía, esta situación ha profundizado aún más el poco contacto social que a muchos les permitía mantenerse activos cognitiva y mentalmente.

El desconfinamiento afectará en alguna medida a todos y todas, pero quienes han pasado por largos periodos de confinamiento podrían verse más afectados, por eso importante que este cambio sea progresivo y que se sigan manteniendo las medidas preventivas de salud y seguridad”.

¿Cómo saber si sufrimos de ansiedad frente a esta situación de comenzar a salir sin tantas restricciones?

“Algunos síntomas comunes de la ansiedad son: sensación de intranquilidad, hipervigilancia, sudoración, taquicardia y agitación. Debemos tomar en cuenta que la ansiedad tiene un funcionamiento similar al del miedo, pero a diferencia de éste, la ansiedad no tiene un objeto concreto o físico al que temerle.

Es como si le tuviésemos miedo a los perros, cada vez que vemos uno, nuestro cerebro activa una serie de mecanismos que nos permiten luchar o huir del perro, en la ansiedad, el perro está en nuestro interior, es por ello que a veces estos síntomas pueden

 

parecer incomprensibles, pero nuestro cerebro está intentando protegernos avisándonos de que existe una amenaza.

Los cuadros de ansiedad están muy asociados al estrés, y en casos más graves, se pueden desatar crisis de pánico o angustia, estas crisis incluyen una sensación de peligro o fatalidad inminente, miedo a perder el control o a la muerte, sudor, temblores, taquicardia y palpitaciones”.

¿Cómo podemos manejar o tratar estos temores? ¿Cuáles son las recomendaciones?

“Es importante reconocer y validar las sensaciones y emociones que estamos sintiendo. No nos estamos volviendo locos y locas, todos estos síntomas tienen una función adaptativa importante y son necesarios para nuestra supervivencia. El consejo es aceptar estas sensaciones, todos sentimos ansiedad en alguna medida, el cómo la procesamos y entendemos es la clave.

Disminuir la exposición a información relacionada al Covid-19, mantenerse conectado virtual o físicamente (respetando aforos) con nuestros seres queridos, buscar o mantener pasatiempos, acoger y ventilar nuestras emociones expresando nuestros sentires a otro, explorar instancias de psico-educación de la ansiedad, favorecer y privilegiar información concisa y clara acerca de la situación actual, normalizar emociones y respuestas fisiológicas, y tener un papel activo en la gestión y manejo del malestar y la indefensión. Somos agentes activos en las situaciones que nos rodean”.

Si esta situación nos afecta ¿Cuándo sería apropiado consultar con un psicólogo o psiquiatra?

“Cuando existen manifestaciones inusuales en cantidad o calidad en el pensamiento, emociones, comportamiento o síntomas somáticos (físicos) no explicados. Es decir, si las tareas que normalmente realiza la persona se ven deterioradas o imposibilitadas de hacer, es recomendable consultar con psicólogo o psiquiatra.

No sólo debemos tener en cuenta la “funcionalidad” de la persona. Si se comienza a experimentar rumiaciones (pensamientos repetitivos) constantes respecto a la pandemia, si aparecen emociones asociadas a la desesperanza, desánimo o pérdida del placer por realizar actividades que normalmente le gustaban hacer, por un periodo

 

 

sostenido de tiempo, es también recomendable consultar a un especialista en salud mental.  No sólo es importante asistir a un profesional cuando sentimos que hemos perdido el control, siempre es mejor prevenir la aparición de síntomas que puedan empeorar al punto de desestabilizarnos.

En los trastornos psiquiátricos existe una importante vivencia de malestar, de desequilibrio y de sufrimiento, la persona afectada se siente atrapada en sus síntomas y ve como de alguna forma van determinando y deteriorando su vida. Si se experimenta un malestar similar, es importante buscar ayuda”.

 

 

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